La fotografía de paisaje requiere de grandes dosis de paciencia, de previsión y de observación.
Por lo general suele ser bastante premeditada. Son raras las ocasiones en las que, buscando localizaciones, nos encontremos con un encuadre con posibilidades y en una hora de luz óptima para nuestros propósitos. Normalmente se hace la localización y se regresa a ella en las condiciones deseadas: en días especiales de luz o si se pronostica un fenómeno meteorológico o natural. Es así como sacaremos el máximo partido a un lugar y transmitir las sensaciones de nuestras vivencias: una luz dorada de atardecer tras la tormenta, una niebla que se desvanece, un arco iris, una fuerte nevada nos transmiten la sensación de que algo único y efímero está sucediendo.
Se trata de una de mis disciplinas favoritas, ya que me permite salir del entorno urbano y sumergirnos en una diversidad de lugares, colores, aromas…
Siempre es un descubrimiento constante para los sentidos.
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Estoy encantado de recibir tus propuestas, sugerencias y por supuesto cualquier encargo fotográfico que necesites.